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La ventaja que tiene la Juventus tras haber ganado con mucha comodidad en Glasgow al Celtic es que hasta prácticamente la próxima ronda de la Champions League no tendrá que preocuparse por ella y podrá concentrarse en la Serie A, esa competición que una semana se encuentra a dos puntos del Nápoles, la siguiente está a cinco de distancia.
Esa continua tensión de no conseguir despegarse de sus perseguidores le permite no perder la concentración en la Lega, y lo está demostrando, pero no lo está consiguiendo en lo que va de año con la misma comodidad de los anteriores meses. Hoy tuvo más el balón que la Roma, pero en ningún momento supo crear el peligro de siempre.
El nuevo equipo giallorosso de Aurelio Andreazzoli consiguió reducir casi al mínimo de sus posibilidades los puntos fuertes del juego de la Juventus. Sin Marchisio, la Vecchia Signora perdía a su jugador más en forma, más trascendente en los últimos partidos, y ni Pogba ni Vidal alcanzaron en Roma su nivel. Así, sin sus escuderos en gran forma, Pirlo estaba bastante solo en la creación del juego. De hecho, la Roma le dejaba espacio al ‘21’, pero éste tan sólo tenía opciones con balones largos a los delanteros, muy bien cubiertos por la nueva defensa a tres romanista. Tampoco estaban demasiado activos los extremos bianconeri, con Lichtsteiner muy pendiente de Marquinho y Asamoah, fuera de forma tras la Copa África, tenía suficiente con encargarse de un grandísimo Torosidis.
La táctica romanista no pretendía en ningún momento robarle el balón a la Juve, de hecho prefería en todo momento mantenerse organizada atrás y buscar la velocidad de Daniel Osvaldo. El italo-argentino ha hecho un trabajo enorme de desgaste en la búsqueda de los balones largos, creando muchos problemas a la defensa visitante. Lamela jugó como ‘10’, por detrás de los dos puntas, para tratar de molestar a Andrea Pirlo en la creación de juego, aunque finalmente el que consiguió fastidiar al regista fue Totti, que sin querer le clavó los tacos en la rodilla, lo que no impidió su continuidad hasta el final del encuentro.
Tras una primera parte de un ritmo muy lento, en la que la Roma esperaba atrás y la Juventus no conseguía crear, los romanistas dieron un salto de calidad y, sobre todo, de velocidad e intención. Subieron la línea de presión, Totti cogió el ritmo del partido y la Juve sufrió. Las ocasiones romanistas se sucedieron en los primeros minutos de la reanudación, hasta que una falta botada por Pjanic la rechazó mal Vidal y el rebote lo convirtió Totti en un misil tierra-aire que se estrelló en la red de Buffon.
Conte ya había reaccionado antes de recibir el gol metiendo a Giovinco por Vucinic, y ya con desventaja introdujo a Anelka, pero los problemas de la Juve seguían siendo los mismos: no encontraba profundidad en el juego. En cambio, la Roma era muy peligrosa al contragolpe, una faceta que ha mejorado en el día de hoy de forma importante. No consiguió el gol de la sentencia, pero tampoco sufrió en exceso hasta el final.
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