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domingo, 20 de enero de 2013

Un paseo por Mestalla al máximo nivel


El Madrid recuperó el rodillo. Llevaba toda la temporada perdido, y lo fue a encontrar en uno de los duelos más calientes del año. Incendió Mestalla con una exhibición que recordó a las de sus mejores meses del pasado curso, demoliendo a un Valencia que pagó muy cara su defensa adelantada ante tres jugadores demoledores: el eterno Cristiano, el finísimo Özil y, por fin, el hiperactivo Di María.

Posiblemente no hay un futbolista que sea mejor termómetro del Madrid de Mourinho que Di María. El argentino estaba firmando un curso lánguido, reflejo de la falta de intensidad y de ambición del equipo. Dejaba pasar los partidos sin arriesgar, sin encarar, despachando cada balón que recibía con una displicencia casi burocrática. En Mestalla, volvió a ser el látigo de espinas que da tormento a cualquier defensa rival. Estuvo fino en el toque, agresivo en los desmarques, descarado en el regate. Vertical y tan afilado como en sus mejores días. Dio un gol, marcó dos y reventó a la defensa local por los dos costados. Un recital.

Di María se bastó para detonar un Mestalla en el que hubo mucho más ruido que nueces. El Valencia salió con la intención de ser valiente, pero acabó siendo suicida. Su defensa adelantada fue un caramelo para los pasadores blancos. En especial, para Özil, que firmó en Mestalla uno de sus mejores partidos en España. El fútbol sedoso del alemán, que está empezando a mostrar una consistencia imcompatible con su fama de genio irregular, encontró los socios perfectos en los puñales blancos: Higuaín, que abrió la lata, el añorado Fideo y el inevitable Cristiano. El portugués siempre está. Marcó dos, pudo anotar alguno más y dejó en evidencia a su paisano Ricardo Costa.

La superioridad del Madrid fue tal que Khedira perdió una inmejorable ocasión para seguir engordando sus cifras. Xabi se merendó a Gago, que quedó señalado por su hinchada, y liberó al alemán, que volvió a ejercer de agente libre en ataque. Dispuso de dos ocasiones que desperdició, pero esta vez a su equipo no le hicieron falta sus goles. Le sobraron también los segundos 45 minutos, en los que el Valencia buscó el set de maquillaje, sin suerte hasta para eso. Piatti se estrelló con el larguero y el Valencia con los dos centrales blancos, Albiol y Varane, que firmaron una actuación solvente. Sólo al final se estiró el Madrid, que pudo cerrar una goleada aún más escandalosa. Firmó su mejor actuación de la temporada aplicando una de las recetas más viejas del fútbol, la intensidad y el hambre que distinguían al equipo no hace tanto. Lástima que el equipo llegue a la Liga con una vuelta de retraso.

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