Ambos equipos salieron a la cancha de Anfield Road mucho más preocupados por el rival, que por generar fútbol. Al poco tiempo, los visitantes, comenzaron a ser más peligrosos. Los ‘baggies’, sin tener el control del balón, terminaban sus ataques despertando los nervios de todo Liverpool.
Durante la no muy activa primera mitad, el héroe se llamó Pepe Reina. El meta español tuvo una primera mitad brillante, en la que evito en dos ocasiones, que el West Brom se adelantara en el marcador.
En ataque, muy poco para el equipo red. Luis Suarez se empeñaba en lograr solo, lo que los otros nueve compañeros de campo no lograban: penetrar la defensa del Albion. Intentó por derecha, por izquierda, por el centro; sin embargo no logró colarse una sola vez. Lo que también fue constante eran los reclamos al árbitro en cada ocasión que caía al césped.
Llegó la segunda mitad y también el fútbol a Anfield. Los reds recordaron en el entretiempo que tienen calidad para atacar. De nuevo, el más brillante por parte de Liverpool era Luis Suarez, pero ahora, se le añadían Kuyt y Henderson. A los 10 minutos del segundo tiempo, la maquinaria roja ya asediaba el área del West Bromwich.
Al 59’ llegó una de las oportunidades más claras del conjunto local. Kuyt entró por derecha y disparó raso; el balón hizo un caño en un defensa. El balón se desvía ligeramente para reventar el poste derecho de la portería baggie.
El dominio continuaba, cada momento que pasaba se veía mucho más complicado que el West Bromwich lograra salvarse de recibir uno o más goles. Pero el fútbol es sorpresivo y, sobretodo en esta semana, hemos aprendido que no siempre el que juega mejor es quien logra meter el balón a la red.
Al 74’ Glen Johnson comete un terrible error regalando la pelota para Peter Odemwingie. El jugador visitante supo aprovechar el ‘regalo’ y mandó la pelota a la esquina inferior, venciendo a un Pepe Reina que no había permitido que pasara nada.
El Liverpool era sorprendido. Pero el gol no mermó la moral del equipo y continuó con todo en ataque. El partido era exactamente el mismo. Un Liverpool asediando a un pequeño West Bromwich, que continuó salvándose. Al 79’ tocaba el turno del portero, Ben Foster, de vestirse de héroe. Hizó una parada espectacular para detener un remate muy peligroso de Craig Bellamy.
Los reds continuaron intentado nivelar el marcador, pero esto no sucedió. Al final, se llevan una nueva derrota como locales en un juego extraño. Así es el fútbol. El Liverpool tuvo incontables oportunidades para llevarse los tres puntos y no lo logró. West Brom, tuvo tres. Reina les robó dos, pero la tercera no la perdonaron. Una prueba más que el fútbol se gana con goles y no con merecimientos.
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