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domingo, 21 de abril de 2013

Un ladrillo más para el Scudetto


La Juventus, ahora sí que sí, cuenta las horas para ser de nuevo campeón de Italia. Si el Napoli no gana en Pescara la semana que viene, la Vecchia Signora revalidará el título ganando al Torino en el Comunale. Todo ello, gracias al triunfo sobre el Milan de este domingo, que permite a los bianconeri mantener los once puntos de distancia con los napolitanos a falta de cinco jornadas. Eso sí, el espectáculo que ofrecieron líder y tercero de la Serie A estuvo muy alejado de las altas expectativas que siempre crea un clásico del fútbol italiano.

Cierto es que el que más se jugaba objetivamente hablando es el Milan. Los rossoneri saltaron al Juventus Stadium sabiendo que la Fiorentina se había puesto a apenas un punto de su tercer puesto en los últimos minutos del choque contra el Torino. Hace apenas unas semanas parecía que el objetivo milanista era dar caza al Napoli en el segundo puesto, pero ahora, tras un par de empates inoportunos, los viola se han acercado y creen posible entrar en Champions League.

Sin embargo, la intensidad del Milan nunca fue la necesaria para poder vencer al mejor equipo de Italia. Faltaba su mejor jugador, Mario Balotelli, y el resto no dio la talla. Además, a los pocos minutos de comenzar el partido, una gran estirada de Christian Abbiati para evitar el gol de Pirlo acabó con el arquero lesionado. Entró en su lugar Amelia. El guardameta suplente culminó el gafe de los porteros esta noche cometiendo un clamoroso penalti sobre Kwadwo Asamoah que se convirtió en el gol de Arturo Vidal. El lanzamiento del chileno fue sencillamente perfecto, un golazo desde los once metros con un disparo muy potente a la escuadra.

Fue de las pocas ocasiones que tuvo la Juventus, si es que se puede llamar realmente ocasión. Con la Serie A sentenciada virtualmente y con una carga de partidos muy alta en las piernas de todos los jugadores bianconeri, el ritmo de juego fue muy bajo, lo que siempre se evidencia en la Juve con el despliegue de los carrileros. Si Lichtsteiner y Asamoah no aparecen, la Juve sufre. Ese esfuerzo pobre está muy estudiado por Conte, que prefiere terminar la liga con fuerzas.

Al final fue suficiente, porque el Milan no tuvo ni la más mínima capacidad de reacción. Montolivo no apareció como líder creativo y la inclusión de Kevin-Prince Boateng en la medular le restó trascendencia. El Shaarawy fue el más voluntarioso, contrastando con un Robinho perdido y sin ímpetu. Todo ello derivó en la soledad de Giampaolo Pazzini. El ex interista apenas tocó algún balón en condiciones, teniendo que zafarse de los centrales que lo marcaban con holgura. Ni siquiera la entrada de Bojan, habitual revulsivo de Allegri, cambió la situación y Buffon pudo abrazar a Conte al final del partido para casi celebrar el Scudetto.

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