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martes, 1 de mayo de 2012

Wembley distrajo al Liverpool


Estaba más en juego el honor que lo puntos porque ambas temporadas ya están cerradas para Liverpool y Fulham. Los de Martin Jol consiguieron hace semanas su ansiada permanencia y ahora gozan de la parte media de la tabla, mientras que los reds solo piensan en una cosa: ganar la final de la FA Cup frente al Chelsea.

El partido, eso sí, respetó al comienzo la esencia británica, pues la intensidad, la lucha y el coraje de cada jugador fue intachable. Pero antes de que Anfield comenzase su recital, el Fulham se adelantó sin clemencia. A los 5 minutos, un balón de Dempsey llegó a la izquierda, hasta Riise, el danés centró y el balón acabó enl as botas de Kacaniklic. El delantero no dudó en tirar, pero cuando su desviado disparo parecía alejarse del gol, chocó en Skrtel y entró imparable en las redes de Doni. 

Entonces sí, el encuentro decayó sin remedio. Tal vez porque ya había poco en juego, tal vez por la complaciencia de unas gradas acostumbradas a los malos resultados en Anfield, el caso es que sólo el Fulham dio muestras de vida. En el minuto 15, Dempsey cabalgó libre por la frontera del área rival, y ante la impasibilidad de la defensa, colocó un balón elevado para que Kacaniklic rematase a placer. Buena jugada, pero mejor fue el despeje de Doni. El meta local evitó el segundo.

Con Henderson y Spearing en el medio, los mandos del Liverpool no funcionaban. Tampoco eran muy necesarios porque el Fulham solo pisaba campo rival a oleadas. Arriba, los reds buscaron la ocasión con Maxi, siempre indomable, y Kuyt, pero fue imposible porque las ideas estuvieron totalmente nubladas. Sólo se acercaron los de Dalglish a la portería de Schwarzer cuando en el 22' el holandés cazó un rechace de Carroll y lo envió muy cerca del palo diestro del meta.

El público pareció resurgir del letargo cuando los reds rozaron el gol en el 27'. Shelvey tiró dentro del área, tras un fallo de Schwarzer, el disparo rebasó al meta pero cuando casi estaba dentro, apareció Haangeland y lo sacó desde la misma línea. La ocasión animó el espíritu red porque los locales dieron signos de luchar por la igualada, aunque sin mucho éxito, porque un tímido remate de Maxi en el 36' y algunos infructuosos centros de Kelly por la derecha, apenas arañaron la confianza del Fulham.

Se acercaba el descanso cuando la mejora local fue evidente. Los minutos finales de los reds no fueron prodigiosos pero si suficientes para dominar a un Fulham que aprovechó el único tiro que ejecutó contra Doni. Carroll tuvo una gran ocasión en el 45' tras un magnífico centro de Fabio Aurelio, pero su testarazo al centro fue atajado por Schwarzer.

Tras la reanudación, Downing fue la apuesta de Dalglish para buscar la solución desde la banda derecha. Pero ni con la velocidad del inglés, ni con Kuyt de mediapunta, el Liverpool encontró las soluciones para superar el gol del Fulham.

Fueron tan insulsas las intentonas reds, que los visitantes a punto estuvieron de conseguir el segundo. Con la hora de juego cumplida, Frei, sustituto de Kacaniklic, envió al palo un misil ajustado que evidenciaba la falta de concentración local. Y no fue un simple aviso, porque el Fulham se crecía a medida que el tiempo anunciaba el final.

Riise y Duff decidieron encabezar la ofensiva secundados por un escudero de lujo, Dempsey. Y mientras Anfield contemplaba como los suyos sucumbían al desánimo, los cottagers, apenas sin esforzarse, tomaron el feudo del Liverpool. El centrocampista estadounidense tuvo el segundo en sus botas cuando se plantó cara a cara frente a Doni, en el 79', pero el meta brasileño estuvo perfecto y con una estirada rechazó el tiro a córner.

Fue tal el abatimiento de los reds que la única buena noticia que recibieron los de Mersey fue la entrada del delantero jamaicano, de 17 años, Raheem Sterling.

Cuando el árbitro pitó el final fue un alivio para todos. Para la afición, porque un interminable partido llegaba a su fin; para el Fulham, ya que tras el triunfo el honor de los cottagers sigue intacto; y para los de Dalglish, porque a partir de ahora sólo existe un partido que marcará el balance de la temporada. Si el Liverpool gana la FA Cup contra el Chelsea, un nefasto año será olvidado y solo quedará la gloria del logrado doblete... pero si pierden, una vez más la decepción cubrirá Anfield. El sábado se decidirá todo.

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