Los onces iniciales dejan entrever, normalemente, las intenciones de un entrenador. Esta noche, la norma se ha vuelto a cumplir. El Liverpool salió a Ewood Park con su versión más ramplona, sin sus estrellas más relucientes: Luis Suárez, Downing o su capitán y alma, Steven Gerrard. A tenor de la alineación que dispuso Kenny Dalglish ya se podía entrever la motivación con la que los reds afrontaban el choque.
Sin embargo hay un jugador que no entiende de amistosos ni partidos menores, Craig Bellamy. El galés, un incordio para la zaga rival, un moscardón que no dejaba sacar la pelota a los zagueros y que se convertía en abejorro cuando tocaba remachar la jugada. Así se comportó el ex del Newcastle en Ewood Park. En una de esas acciones recibió un espléndido balón de Skrtel desde la defensa y se lo cedió a Maxi, que lo empujó a placer a la red.
La etiqueta de jugador beligerante es innegable, pero no es menos cierto que Bellamy es el futbolista ideal para jugar este tipo de partidos por su beligerancia en cualquier entorno. Y es que los reds viven de las viejas rentas, del escudo, que ya no intimida como antes, pero que aún infunda respeto en ciertos rivales.
Al conjunto de Dalglish le alcanzaba con replegarse y salir rápido a la contra. Así llegaría el segundo gol, de nuevo obra de Maxi, en una jugada muy similar a la anterior.
Fue el momento en el que los de Mersey decidieron mirar descaradamente al derby del próximo sábado ante el Everton, su encarnizado adversario, en la FACup. Descabalgado de la liga desde hace meses, y sin competición europea a la que atender, se ha visto envuelto en una vorágine de malos resultados que le ha llevado a buscar la gloria por el camino más corto –la FACup y la Carling Cup-, poco tesoro para una afición acostumbrada a cotas más altas.
Ése fue el momento que aprovechó el Blackburn, exento de criterio para elaborar y muy limitado de físico, para irse a por su adversario. Un error de la defensa visitante, que tiró mal el fuera de juego, dejó solo a Yakubu, que provocó el penalti y la pertinente expulsión de Doni, el cancerberto brasileño, que cubría la ausencia del sancionado Pepe Reina.
El propio Yakubu falló la pena máxima. El debutante Brad Jones, adivinaba la intención del nigeriano. La jugada marcó un punto de inflexión en un encuentro dominado hasta entonces por los visitantes. Lejos de amilanarse, el Blackburn se fue a por un rival especulativo y rácano, que se limitó a conservar la renta de dos goles. En una falta botada magistralmente por Dunn, Yakubu, libre de marca, ponía el 1-2.
Mientras que los reds trataban de dormir el partido, con ese juego insulso que han hecho durante gran parte de la temporada, los locales, con sus armas -mucho juego áreo y poco fútbol armonioso-, intimidaban al joven guardameta con algunas llegadas peligrosas.
El pánico pudo al imberbe Jones y dos errores consecutivos dieron al traste con la ventaja de su equipo. No acertó a despejar un balón franco y cometió un penalti de libro sobre Yakubu, que le ganó la partida. El delanteró redimió sus pecados y le dio alas a los suyos.
Era la oportunidad ideal para lograr una victoria que se antojaba vital para salir de la zona de descenso. Por su parte, los de Mersey resistían las embestidas y reservaban fuerzas. Ésa fue la señal que transmitió 'King Kenny' con la entrada de José Enrique al campo en sustitución del artífice de los dos tantos de la noche, Maxi Rodríguez.
Cuando los dos equipos firmaban las tablas, en las postrimerías del partido, Agger enganchó un balón suelto en el área y lo prolongó para que Carroll, excelso en este tipo de lides, rematara en plancha a gol.
Una victoria que, si no sirve de mucho, sí insufla energía a una plantilla alicaída y sentencia a un rival que parece abocado al descenso.
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