Una derrota dura y que sorprende, más que por el marcador, por cómo se ha producido. Porque en Génova, la Juve tiene el control total del partido durante el primer tiempo, dando la sensación de poder sentenciar en cuánto se reanudara el juego, y sin embargo se ha hundido de forma improvisada sufriendo los golpes de Zapata, Torreira y Ferrari. De nada sirve acordarse ahora de las ocasiones falladas o que los goles de Higuaín y Dybala hayan llegado demasiado tarde. Mejor preguntarse por los motivos de la derrota, porque los bianconeros parecían poder ganar el partido y sin embargo ha sucedido algo inimaginable en el descanso.
La Juve sale muy fuerte, presionando arriba y moviendo el balón rápidamente. Bernardeschi, en el lugar de Dybala, se mueve muy bien. Llegan remates de Higuaín y Mandzukic y, sobre todo, uno de Cuadrado que pasa muy cerca del poste. La Juve no sufre pero hace falta algo más tras la reanudación para marcar. Y llega Khedira para intentarlo con un buen balón desde la izquierda para Higuaín. Pero en vez de ser premiados, los bianconeros son castigados en una de las pocas llegadas del equipo local, centro de Quagliarella, toque de Bernardeschi y Zapata salta más alto que Lichtsteiner.
El colombiano está a punto de marcar el segundo antes de que Allegri decida introducir a Dybala por Bernardeschi. La Juve está a punto de empatar con un centro de Lichtsteiner al que no llegan ni Higuaín ni Mandzukic. Y quien no perdona es la Samp, que vuelve a golpear con un gran disparo desde la frontal de Torreira. Un gran balón parado de Quagliarella provoca el 3-0 de Ferrari y la sentencia. Muy al final, llega el penalti de Strinic a Douglas Costa transformado por Higuaín y el tanto de Dybala en el descuento. Sirve para poco, quizás para acumular rabia que tendrá que verse desde el pitido inicial el miércoles ante el Barcelona.
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