A la Juventus le sigue faltando grinta, cattiveria, términos utilizados en Italia para equipos agresivos, intensos en la presión, en el juego, continuos en el ímpetu por ganar los partidos siendo siempre mejor que el rival. Esa definición era intrínseca a la Juve de los últimos dos años, especialmente el primer curso de Conte como entrenador.
Además de jugar bien, avasallaba a los rivales por sus ganas, su mordiente. Hoy escasea todo eso en la ribera del Po. Ha sido inferior al Milan en muchos tramos del partido, especialmente desde unos minutos después de empatar el partido, es decir, tras el primer cuarto de hora hasta el gol de Giovinco, pero ha conseguido llevarse el partido por la calidad individual de sus numerosas estrellas.
Los rossoneri empezaron el partido ganando de forma casi literal. Cuando salieron de los vestuarios iniciaron los dos equipos en igualdad, pero a los veinte segundos, Muntari ya había adelantado al Milan, al rematar de primeras un centro-chut de Nocerino desde la frontal. El rápido disparo sorprendió a Buffon y adelantó al Milan sin haber prácticamente empezado a jugar.
Después de ese tanto, la Juve sufrió un ataque de rabia más que una fase de buen juego, y se comió al Milan. Fue Tévez el que levantó a su equipo, robando balones en el centro del campo, moviéndose por todo el frente del ataque y siendo peligroso. En esos quince minutos de vorágine juventina, Abbiati intervino dos veces de maravilla, pero poco pudo hacer ante el gran golpe franco de Andrea Pirlo a pocos pasos de la frontal. La barrera se abrió y permitió al envío del regista colarse en las redes milanistas, a pesar de que Abbiati llegara a tocar la pelota. Es el primer gol de Pirlo al Milan después de todos sus años en San Siro.
La intensidad duró poco más, unos dos o tres minutos de la inercia adquirida por la Juventus, pero enseguida se le acabó el duro. El centro del campo del Milan era una mezcla entre contundencia y calidad, con De Jong y Muntari para lo primero, y Nocerino y Montolivo para lo segundo. Normalmente, aunque jueguen todos juntos, un equipo pequeño los pone en muchísimos aprietos para crear juego, pero hoy no han encontrado resistencia en una presión de la Juve desordenada, suave y a ratos inexistente. El Milan durmió el partido hasta el descanso y hasta se acercó más a la portería que los locales.
El panorama en la reanudación fue lo mismo que antes de la pausa. El Milan tenía la pelota o, en su defecto, el control del partido. Para recuperarlo, Conte se inventó una solución inusitada: sustituyó a Padoin e incorporó a Pogba, pero no cambió la disposición. Es decir, Pogba siguió siendo carrilero. No influyó prácticamente el francés en el juego, demasiado escorado para participar. Pero en una jugada islada le llegó el balón a Giovinco (que entró por un desaparecido Quagliarella) y tras recortar de maravilla a Zapata, superó a Abbiati.
No hubo buen juego en la Juve, pero sí resultado, que en una liga tan larga es muy útil. El Milan acusó el golpe. Después del esfuerzo, se vio por debajo y se frustró, evidenciado en la agresividad de Mexès. Primero dio un puñetazo a Chiellini dentro del área que el árbitro no vio y después fue expulsado por doble amarilla. Esa última falta de Mexès en el partido dejó otro libre directo perfecto para Pirlo, que lo mandó al larguero. El rechace lo cazó literalmente Chiellini y lo mandó a la red.
El partido parecía sentenciado. Un equipo con uno menos y por detrás del marcador. Pero Muntari, siempre protagonista contra la Juve, se encargó de darle emoción en los últimos minutos con un disparo desde la frontal. La tuvo el Milan en un córner en el último minuto, pero el remate de Zapata, solo dentro del área, se fue fuera por poco. Así, la Juve aguanta el ritmo de Roma y Nápoles en la lucha por el liderato, mientras que el Milan empieza a tener más cerca el descenso que Europa.
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