El Liverpool esperaba encontrarse una perita en dulce en el Stadium of Light que le permitiera borrar el mal recuerdo de la última semana, en la que encadenó dos derrotas consecutivas, perdió el liderato de la Premier y cayó eliminado en la Capital One Cup. Lejos de cumplirse sus pronósticos, el Sunderland mostró una versión más relajada sin el histriónico Paolo di Canio en el banquillo y buscaba intimidar a Mignolet con un fútbol de toque desaparecido durante la breve estancia del italiano en el equipo.
Lo que tiene de atractivo el Sunderland lo tiene también de ingenuo, y sus acercamientos muy pocas veces acechaban la meta de Mignolet, cuyas carencias en el juego por alto se incrementan semana tras semana, al mismo tiempo que sus excelencias en los disparos rasos. Larsson, Ki y Gardner buscaron inquietar al Liverpool desde media distancia, lo que dejaba aislados a un difuso Giaccherini y a un ausente Altidore.
La vuelta de Suárez
La presión de los ‘black cats’ llegó a hacer pasar inadvertida la vuelta de Luis Suárez a la Premier League, una vez cumplido su castigo de diez partidos por morder a Ivanovic en un brazo, pero los esporádicos acercamientos ‘reds’ mostraban a un charrúa de nuevo con hambre de volver a poner su nombre en la lista de goleadores de la competición.
Fue Sturridge, sin embargo, el que inauguró el marcador en un saque de esquina. El centro de Gerrard al segundo palo fue defendido de forma flagrante por la zaga del Sunderland, y el delantero inglés se consolidó como el máximo goleador de la Premier con un gol que es serio candidato a gol más feo de la temporada. Con un remate poco ortodoxo con el bíceps, el Liverpool estaba por delante, llevando tranquilidad a la ribera del Mersey.
Mucho más bello fue el segundo gol, con un cambio de orientación del juego de Gerrard digno de videoteca, un control no menos preciso de Sturridge abierto a banda y un pase de la muerte raso y tenso hacia la posición de Suárez, que no perdonó. El idilio de Suárez con el gol es más fuerte que cualquier sanción que se cruce entre ellos, algo que ayudará al Liverpool en forma de puntos durante la temporada.
El Sunderland trató de reaccionar, pero su negación ante el gol rozaba lo patológico. Hasta en dos ocasiones se cruzó la madera en su camino, con una falta de Larsson y un centro-chut de Gardner. Si a eso se suma el nulo aprovechamiento de los errores de Mignolet a balón parado, el partido pintaba negro para los de Kevin Ball, ocupante temporal del banquillo tras la marcha de Di Canio.
La segunda parte comenzó con nuevos bríos en el bando local. El enésimo intento desde lejos de Ki encontró portería aunque fue muy centrado, pero Mignolet no blocó el balón y en el rechace pocos ganan en viveza a Giaccherini, que firmó el 1-2.
El trabajo táctico ganó más protagonismo en esta fase del partido, con el Liverpool intentando cerrar las vías de aguas exhibidas y, por lo tanto, perdiendo presencia en el área rival. El objetivo de Brendan Rodgers se consiguió, y el ataque del Sunderland se fue poco a poco evaporando hasta llegar al último cuarto de hora, en el que las sustituciones comenzaron a ganar protagonismo, restándoselo al fútbol.
El resultado final aún se vería incrementado gracias a un nuevo contragolpe veloz y preciso guiado entre Sturridge y Suárez, los dos grandes protagonistas del partido. El Liverpool recupera la senda ganadora, y Anfield espera impaciente a ver ‘in situ’ la dupla que forman el inglés y el uruguayo, llamada a devolver los laureles al Liverpool tras unos años de penurias.
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