La Juventus, invicta en 25 jornadas, se destaca en la lucha por el Scudetto, aunque siga en la segunda plaza del campeonato, a un punto del Milan. Suma un partido menos que los empleados de Berlusconi y recibe en la espalda ese viento a favor que suele empujar a los campeones hacia el título.
El partido de la máxima rivalidad en casa del Milan había sido definido como una final en las largas vísperas. Una vez terminado con empate (1-1), es obligado asumir que no fue concluyente. Tras los goles que contaron, el de Nocerino para los de San Siro y el de Matri para los juventinos, la pelea seguirá intensa hasta el final del curso.
Los de Antonio Conte se han embolsado una ventaja anímica frente a un adversario que fue superior durante la mayor parte del tiempo y que pudo llegar al descanso con ventaja de 2-0 si el árbitro y su encargado de banda hubieran visto que un remate de Muntari entró de forma clara en la portería antes de que Buffon sacara la pelota con picardía.
La Juve se queja también de que, cuatro minutos antes del gol válido del empate, en el tramo final del partido, se le anulara otro a Alessandro Matri por fuera de juego, aunque en este caso la jugada era muy difícil de juzgar y ni las primeras imágenes televisivas dieron un veredicto inapelable. Quizá el delantero estuviera en línea, pero este error no entra en el mismo saco que el anterior.
El Milan recurrió a Pato por la baja forzada de Ibrahimovic, sancionado, y el brasileño se movió en el frente de ataque con la evidencia de un estado de forma aún por debajo de lo necesario. Quien llevó la batuta del Milan fue Robinho, espléndido desde la divisoria hasta el área de Buffon. Pato se quedó en la ducha durante el descanso y la segunda parte la jugó entera El Shaarawy, más rápido, pero quien tampoco encontró opciones claras de remate.
El gol que adelantó al Milan antes del cuarto de hora lo marcó Nocerino tras un descomunal error de Bonucci, que le entregó la pelota en la frontal del área. El disparo a portería lo desvió, para mayor desgracia, el defensa juventino. Buffon ya no tuvo tiempo de rectificar.
Las acciones de Matri, que acudió al rescate de una mala Juventus desde el banquillo a los 72 minutos, pusieron en acción a un Abbiati apenas exigido antes. La mejor intervención del portero del Milan había llegado con un remate de Quagilarella, que abandonó el campo cojeando unos segundos después para ser reemplazado por el 'salvador' de la noche.
En la primera parte, el portero del Milan se había limitado a cubrir puerta ante un disparo de Estigarribia, sacrificado por conte al comienzo de la segunda parte para dar entrada a Simone Pepe. Vidal, que acabó expulsado por una entrada alevosa a Van Bommel (el cazador cazado) y Pirlo -anulado por los milanistas- hicieron acto de presencia con sendos disparos ligeramente desviados.
Matri revitalizó a una Juve mortecina y cambió el panorama. El Milan que controlaba el partido se vio obligado a ceder la pelota y echarse atrás para defender, con bastante torpeza, las entradas por los lados de Chielini y Pepe, más la inquietante movilidad de quien, al final, consiguiera el empate con un remate de primeras, difícilísimo, en la boca del gol.
Después el empate llegaron el patadón de Vidal, merecedor de la tarjeta roja que vio el chileno, y el de Pepe a Robinho, con similares tonalidades rojizas que el árbitro decidió dejar en amarillentas. Claro que el Milan no tenía mucho que protestar en el terreno disciplinario, pues eludió la expulsión de Mexes por agresión sin balón a Borriello nada más iniciarse el segundo acto. En Italia actúa el vídeo entre semana y el castigo al defensa francés será inevitable.
Las discusiones y conatos de pelea no terminaron con el pitido final. Un Clásico entre líder y segundo en la Serie A no podía acabar de otra manera.
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