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sábado, 3 de marzo de 2012

Derrota sin merecerlo


El fútbol se puede resumir en un segundo o en un detalle. Un equipo puede ser muy superior y, sin embargo, no encontrar el camino del gol por mucho que lo merezca.

Lo ocurrido este sábado en Anfield Road entre Liverpool y Arsenal nos deja varios titulares. El primero es que Robin Van Persie es, de lejos, el mejor jugador de la temporada en la Premier League. El segundo, que Wenger tiene, por fin, un guardameta de garantías en el que confiar. Y el tercero, que la mejor versión de los hombres de Dalglish no sirvió para nada. 

La superioridad del Liverpool fue evidente durante todo el encuentro. Llegando con velocidad, abriendo el campo y apoyando los ataques en un estelar Luis Suárez, los chicos de Anfield disfrutaron e hicieron disfrutar. Se adelantaron gracias a un gol de Koscienly en propia puerta y buscaron el mayor daño posible a base de brutales arreones y un constante despliegue ofensivo. 

El problema vino cuando la suerte no se puso de su lado y, por el contrario, sí vieron como Szczesny y la madera repelían cada balón que llegaba. Kuyt falló un penalti y su posterior rechace, Luis Suárez se encontró con el guardameta rival y con el palo, un centro de José Enrique se escapó tras un bosque de piernas... Los merecimientos no eran sinónimo de resultado. El 1-0 nos dibujaba marcador ajustado e injusticia a partes iguales.

Y en medio del ciclón del Liverpool, gol de Van Persie. Cuando menos lo merecían, cuando menos fútbol practicaban (ni siquiera alcanzaron el 38% de la posesión), cuando peor lo pasaban, los hombres de Arsene Wenger encontraron en el holandés la luz que necesitaban para ver que, al final del túnel, había una pequeña esperanza. RVP cabeceó a la red un gran centro de Sagna y llevó el silencio a Anfield.

Al descanso se llegó con 1-1 y un sabor agridulce para el Liverpool. Se sentían superiores y estaban siéndolo. El Arsenal, mientras tanto, se adentraba en los vestuarios con la satisfacción del resultado y la preocupación de un pobre y lento juego. 

En la reanudación, el gran susto de la tarde. Arteta choca con Henderson y queda tendido en el terreno de juego. Tras unos minutos de incertidumbre, el futbolista español es sustituido en camilla con oxígeno. Pese a no ser algo grave, el miedo se instaló en todos y cada uno de los que presenciaban el encuentro. Anfield despidió a Arteta con una ovación que sonó sincera.

El parón, que duró más de cinco minutos, frenó el ritmo de un Liverpool encendido y ultra-ofensivo. Los de Dalglish seguían siendo mejores, pero no se percibía esa enorme superioridad que sí veíamos en la primera mitad. Se sucedían las llegadas al área de Szczesny, no así las oportunidades de gol. 

Con el paso de los minutos, las fuerzas se igualaron y con el descuento encima, Van Persie, una vez más, aprovechó un buen paso de Song para batir a Reina al primer toque. 1-2 en el minuto 93 y victoria importantísima para un Arsenal que acaricia la Champions League. El mejor Liverpool de la temporada se quedó en blanco. El fútbol es injusto.

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