Tímida e imprecisa en el primer tiempo, luchadora, lúcida y decidida en el segundo. Hay que preguntarse cómo habría acabado el partido si la Juve hubiese jugado desde el principio con la actitud mostrada en la segunda parte. Difícilmente en empate, que es como acaba el encuentro del Alvalade, que no sólo vio a los bianconeros estar por debajo en el marcador, sino tampoco ser capaz de producir juego hasta la reanudación. El mérito es también del equipo de Jorge Jesus, técnico experto que fue capaz de detener a las fuentes de juego, Pjanic y sobre todo Dybala, y a bloquear las bandas, si bien la Juve, cuando comenzó a jugar, hizo que el partido tuviera casi un único sentido y el 1-1 final se queda quizá un poco corto para los bianconeros.
Ya en el partido de ida se vio la entidad del Sporting, por su movimiento de balón, su orden táctico y su capacidad de recorrer a la dureza cuando es necesaria. Y en el Alvalade las energías de los portugueses se redoblan y el comienzo del partido es más complicado de lo previsto. En el minuto 20 Bruno Cesar recoge un rechace de Buffon tras un disparo de Gelson Martins y hace el primer tanto. El gol de la ventaja permite a los potugueses cerrarse atrás y contragolpear, dejando el juego a los bianconeros. Pero con Pjanic retrasado y Battaglia siempre encima de Dybala, el balón no llega a Higuaín, además de la buena colocación del Sporting sobre el campo, incluidas las bandas, por las que no se pasa salvo en contadas excepciones. Era evidente que en la segunda parte algo debía cambiar par enderezar el partido.
Y la actitud de la Juve fue otra, pases en profundidad, toques más precisos, más intentos de regate, recuperación de balón más arriba. Cuadrado llegó al área en cuatro ocasiones en los primeros diez minutos, generando ocasiones para Dybala y Pjanic. Pero el riesgo estaba en los contragolpes del veloz Gelson Martins. Allegri cambia antes del 65', metiendo a Douglas Costa en el puesto de De Sciglio, poniendo a Mandzukic a la derecha y retrasando a Cuadrado a la línea defensiva. Las ocasiones se van sucediendo, y Matuidi también salta al campo sustituyendo a Khedira, haciendo del partido un asedio.
Los portugueses iban rechazando todos los golpes hasta que al 79’ se hizo justicia: Cuadrado asiste a Higuaín, y en el cara a cara con Rui Patricio manda una vaselina cruzada que se aloja en la portería. Aún habría tiempo para ganar, pero el Sporting se lanzó al ataque y había que evitar correr riesgos. Lo más sabio era ser prudentes y contentarse con un punto. Que no significa la clasificación matemática para octavos, pero permite mantener el segundo puesto del grupo y no complicarse la vida.
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