España se atrevió con un juego muy peligroso. La Roja hizo equilibrios en una cuerda floja y pudo caerse. Durante mucho tiempo, demasiado, estuvo a un gol de quedarse fuera de la Eurocopa, pero gracias a Dios y a Casillas, celestial en un cabezazo de Rakitic, no recibimos un gol que pudo ser fatal. Cerca del final, todos los astros, españoles, se pusieron de cara. Cesc elevó la pelota por encima de la defensa balcánica e Iniesta concedió la gloria a Jesús Navas, que remató a puerta vacía con muy mala leche. Iba por España y por nuestro sufrimiento.
Españoles y croatas supieron desde el minuto 35, cuando Cassano puso por delante a Italia contra Irlanda, que no se podía llegar a ningún tipo de acuerdo. Desde ese momento los de Bilic estaban eliminados y arriesgaron ya en la segunda mitad, cuando sabían que el único pacto que les valía era entre sus jugadores para ganar a España. La campeona de Europa, demasiado tranquila en la primera mitad, se puso las pilas tras el descanso. Tuvo ocasiones, pero también las tuvo Croacia, que nos puso el corazón en un puño cada que vez que traspasó su territorio.
El último cuarto de hora fue un sinvivir. España y Croacia jugaron a tirarse al vacío. Los dos equipos hicieron un trato para pasarlo mal. Pudo pasar lo peor para los nuestros, pero fueron los croatas los señalados. Los árbitros no pitaron un clarísimo penalti de Busquets a Corluka y, segundos después, marcó Jesús Navas, Jesusito de mi vida, para dejar a España en su sitio, en cuartos de final. A Cesc le salió el pase de Laudrup con el que soñaba desde niño e Iniesta controló delante de Pletikosa. Navitas estaba solo, pero no ante el peligro. Andrés se la dio y el duende de Los Palacios marcó el gol que acabó con la agonía española y que nos metió en cuartos como primeros de grupo.
Muchos pensaban que el partido contra Croacia iba a ser de todo menos un partido de fútbol. Se equivocaron. Fue mucho más que eso. Desde la final del Mundial no se recuerda tal sufrimiento. El 'biscotto' estaba envenenado.
España no cambió de marcha en la primera mitad. Jugó con los mismos de Irlanda y La Roja se lo tomó todo con mucha calma, con demasiada. A Croacia le valió el empate hasta que marcó Cassano y se dedicó a repartir estopa como medida de defensa. También lo hizo Ramos, que entró muy fuerte a Mandzukic dentro del área y cometió un penalti que se quedó en el olvido. Se agradeció.
Croacia jugó con cuatro laterales, los reales, Vida y Strinic, y los falsos, Srna y Pranjic, supuestos volantes. España no encontró los huecos y así se fue al descanso, teniendo en vilo a los españoles, que no contaban con ese escenario, pero la Eurocopa, no nos engañemos, concede muy pocos terrenos cómodos y favorables.
La segunda mitad encendió a los croatas, que tuvieron que lanzarse a por la victoria. La vieron muy de cerca con ese cabezazo de Rakitic que despejó Casillas, ese portero que siempre saca las alas en los partidos que pasan a la historia.
Del Bosque lo pasó peor que los españoles y decidió meter a Navas con media hora por delante. Se fue Torres y Jesús se quedó sin referencia clara en el área rival. No la encontró España tampoco con Cesc, sustituto de Silva, pero al final resultó que no hacía falta. Fàbregas elevó el balón y acabó dentro previo toque de Iniesta y remate de Navas. Esos tres sí que llegaron a un acuerdo. Fue el pacto de Gdansk.
Cuatro jugadores madridistas en el once
Casillas, con dos intervenciones fantásticas en la segunda mitad que salvaron a la selección, Arbeloa, Ramos y Alonso jugaron el partido completo. Albiol estuvo en el banquillo.
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