Villar Perosa siempre tiene un encanto especial para los amantes del blanco y negro y cada verano los aficionados ciertamente rezan para llegar a la Val Chisone y disfrutar de la fiesta familiar. Difícil, sin embargo, ver a tanta gente como este año. Tribunas lleno de gente, público en el banquillo, muchos subidos también a los techos de las casas cercanas. Ha habido por lo menos 5000 que han aplaudido y celebrado la llegada del equipo y que han admirado a John Elkann y Agnelli Andrea hacer su entrada en el césped con la Supercopa de Italia y el trofeo de campeón del Scudetto, acompañados por Antonio Conte que en este éxito ha sido el principal artífice.
Entusiasmo también con las estrellas, incluso cuando el equipo muestra las dos copas a la afición con el giro clásico del campo, antes de volver al juego, que es en realidad un motivo para la fiesta, pero sigue ofreciendo espectáculo. Los grandes maniobran con rápidez, hasta el punto que a punto estan de abrir el marcador con un cabezazo desviado de Matri y con un tiro de Pogba. Luego, con un lanzmiento de falta Quagliarella abre el marcador. Alcibíade intenta replicar de inmediato, pero su disparo desde una buena posición pega en el palo.
Branescu, que protagonizó el año pasado una prueba mayúscula, se convierte en uno de los más destacados con algunas intervenciones notables y la Primavera en la primera mitad contiene a los mayores. Carrera tras la reanudación hace solo tres cambios, mientras que Baroni revoluciona el equipo, pero el partido continúa siendo peleado. Branescu sigue participando en un notable discurso sobre Matri, tras un pase vertical de Pazienza, después neutralizó en dos tiempos, una volea con la pierna derecha de Pogba. A los 12 minutos, sin embargo, el portero rumano no puede hacer nada en la diagonal de Matri, que tras romper el fuera de juego, anota una asistencia de Pogba.
El centrocampista francés es uno de los más activos, muestra una notable personalidad y dispara más de una vez a portería, pero carece de precisión. Pero en cambio una asistencia perfecta de Beltrame que a los 18 minutos, Bonatini a dos pasos de Storari, permite a la Juve B estrenar su casillero. El 2-1 toma el espacio de un minuto: el tiempo justo para que Giaccherini se cuele en la frontal del área y saque a relucir un derechazo que se cuela en la escuadra.
Carrera volvió a cambiar y Giovinco, que acaba de entrar, lo agradece a su manera: Aceleración ardiente, pelota en el segundo palo y un gran gol. El marcador lo cierra Ruggiero, que es bueno definiendo a los 31 minutos un tiro que supera por la derecha a Branescu. Es el último gol, que llega a siete minutos de la invasión del campo que puso fin al partido con mucha antelación. Villar es el día de la fiesta del resto de los aficionados. Y para ver a los campeones italianos a pocos metros de ellos, realmente no se podía esperar más.
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