España disfrutó ante Irlanda del partido plácido que Italia le negó. Dos goles, uno en el arranque de cada acto, permitieron a la selección encarrilar un triunfo tan cómodo como justo, que allana el camino a cuartos y que alimentará un nuevo debate: con '9' o sin él. El preferido de Del Bosque, Fernando Torres, abrió una senda que siguieron Silva y Cesc, competidor directo del madrileño. Un camino que España, esta vez sí, demostró conocer de memoria.
El arranque del partido fue la materialización de los más dulces sueños de Del Bosque. Tras el sonoro debate en torno al esquema del partido ante Italia, España salió del vestuario con un gol ya en el casillero. Además, lo anotó Fernando Torres, también señalado, junto al técnico, tras el empate de la primera jornada, aunque por motivos distintos. Él fue el '9' al que se recurrió y que, ante los italianos, erró. Contra Eire, embocó la primera que tuvo, aprovechando la siesta de Dunne. El delantero también tuvo su mérito: estuvo vivo para aprovechar el despiste, paciente para buscar el mejor perfil y contundente en el remate.
El gol coronó una excelente puesta en escena de España, favorecida tanto por un esquema más familiar para el grupo (un 4-3-3 que, básicamente, liberó de atascos el centro del campo) como por el nivel competitivo de Irlanda. Para un futbolista irlandés, integrar las filas del Ejército Verde es tanto un honor como un deber, pero su nivel técnico, simplemente, no admite comparación con el de los italianos. Ahí, más que en el propio dibujo, radicó la gran diferencia con el primer partido: en la resistencia que opuso el rival.
Irlanda permitió a España jugar casi todo el partido en su campo. Apenas intentó alguna salida de McGeady, que nunca pudo encontrar al veterano Keane. Del Bosque abrió los laterales y permitió a los interiores -Iniesta, Silva...- mover el balón con comodidad. Los desmarques de Torres ofrecían una alternativa más vertical, aunque en ocasiones se incurrió en ese barroquismo que tanto filo resta al excelente juego de elaboración del equipo. Los defensas irlandeses bloquearon varios remates en el interior de su propio área y el tono general decayó hasta otro tremendo arreón, en la recta final del primer tiempo. Hubo, también remates desde la larga distancia, cortesía de un Xabi Alonso que recordó a sus compañeros las bondades del juego mezclado, no agitado.
Tras el receso, España tardó otros tres minutos en cerrar el partido. Arbeloa, que, al igual que Jordi Alba, disfrutó de una autopista por su banda, centró para el enésimo disparo de Iniesta. La manopla de Given dejó el balón suelto a los pies de Silva. El canario, a unas veinte pulsaciones, amagó ante tres irlandeses antes de ponerla suave, con el interior, lejos del alcance del meta rival. Sólo entonces intentó Eire estirarse, osadía que España penalizó con crueldad. Fue Silva, de nuevo, quien recuperó un balón en la línea de medios y lanzó a Torres, con 40 metros de pasto por delante. El del Chelsea esprintó, aguantó el acoso del central y definió con calma. Luego, Del Bosque lo cambió, en lo que pudo interpretarse como un mensaje de agradecimiento. Pero Cesc no se dio por aludido. Esta vez le tocarón a él los minutos de aluvión, que aprovechó para hacer el cuarto de la noche y mantener abierto el debate. Si la pelea es entre ambos, la cosa está empate a dos. Bueno para el colectivo, que es de lo que se trata.
Los cuatro madridistas destacan en la victoria española
Casillas tuvo poco trabajo, aunque solventó sin problemas los disparos más peligrosos de la selección irlandesa. Su mejor parada, una a Keane en la segunda parte. Siempre está cuando España le necesita, tanto en los partidos más difíciles como en los plácidos. Buen partido del madridista Arbeloa, que mejoró sus prestaciones respecto al partido ante Italia. Atrás estuvo bastante bien y en ataque ganó muchas veces la línea de fondo. Digan lo que digan, es uno de los mejores laterales derechos del mundo y ante Irlanda lo volvió a demostrar. Ramos todavía no ha llegado al nivel de plenitud física y de juego al que tiene acostumbrado al madridismo, pero aún así está rayando a un gran nivel. Se compenetra bien con Piqué atrás, aunque este jueves se echó en falta que subiera algo más al ataque. Partido notable del sevillano. Alonso no jugó tan bien como en el primer partido, pero fue una pieza fundamental en la maquinaria de la selección española. Además, probó suerte desde fuera del área en un par de ocasiones, aunque sin fortuna. Una amarilla por una falta en el centro del campo le complica el panorama para los dos próximos partidos. Tendrá que controlarse.
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