Fabio Quagliarella ha vuelto a pisar el césped del Juventus Center de Vinovo, casi cuatro meses después de romperse el ligamento anterior (6 de enero contra el Napoli), para entrenarse, para tocar el balón, para estar más cerca del fútbol que tanto le ha faltado este tiempo. Fabio ha vuelto a sonreir porque su vuelta está próxima y porque ha acortado los plazos marcados por el club, que estimó su baja en seis meses, de una manera increíble, demostrando una solidez física sensacional. Hoy, en su regreso a Vinovo, ha realizado trabajo de gimnasio y después ha salido al campo a practicar ejercicios con balón.
La última resonancia y la prueba de esfuerzo superada la pasada semana confirman que su lesión ya es historia y que Quaglia está 100% recuperado.
Estará disponible para jugar los dos últimos partidos de la temporada (contr el Parma y ‘su’ Napoli), aunque, sin nada en juego, quizá la Juve opte por no arriesgar con él. Veremos. Nosotros, los aficionados, estamos como locos por verle de nuevo en acción. Casualidad o no, la realidad es que existe una Juventus antes de la lesión de Quagliarella y otra después, aunque paradojicamente, la media de puntos sumados apenas varía (1’66 por partido con él y 1’46 sin él). Pero con Quagliarella la Juve tenía otras sensaciones, la de un ataque siempre conectado y enchufado, entregado, inteligente y goleador (de hecho sigue siendo el máximo goleador bianconero en la Serie A con nueve tantos). Fabio aporta demasiado a un equipo que, en muchas ocasiones, ha lamentado, también públicamente, su ausencia. A nivel táctico, técnico y personal: el napolitano, de hecho, se había ganado el cariño y la admiración del vestuario, así como de la grada, en menos de cinco meses. Algo al alcance de muy, muy pocos. El domingo viajará con el resto del equipo a Roma: sus compañeros se medirán a la Lazio por la noche y él, antes, disputará la última etapa de su recuperación en la clínica Villa Stuart, donde fue operado, con el doctor Paolo Mariani. A partir de ahí, a jugar. A seguir riendo. A seguir volando. Y, quizá, empezar a soñar.
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