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sábado, 8 de noviembre de 2014

Perdón que sale bastante caro


Prometía emociones fuertes el encuentro y no defraudó. El partido venía marcado en rojo –nunca mejor dicho– para Brendan Rodgers tras una semana de críticas por su alineación en el Bernabéu, y se repetirán durante la próxima. Ese día, el técnico norirlandés señaló que lo más importante para su Liverpool era el compromiso ante el Chelsea. Así lo reflejó el cuadro red, aunque sólo en el arranque del encuentro.

Salía Rodgers con trivote en busca de defenderse del potente centro del campo blue, con Emre Can escoltado por Henderson y Gerrard. En el Chelsea fue absoluto protagonista Diego Costa. El hispano-brasileño no ha sido convocado por Del Bosque y actuó de inicio en un partido marcado por sus enfrentamientos con Martin Skrtel. Y es que saltaron chispas cada vez que se cruzaron él y el eslovaco. Y todo venía de aquel Eslovaquia-España de hace poco más de un mes. Incluso hubo pique de camino al túnel de vestuarios.

El inicio del Liverpool evidenció ganas e ilusión. Con Anfield volcado, el conjunto de Rodgers apabulló a los de Mourinho hasta conseguir el gol. El primer aviso de Emre Can se marchó fuera, pero a la segunda, con ayuda de Cahill, el ex del Leverkusen pondría el 1-0 en el marcador. Aún no había entrado el Chelsea en el partido, pero cosas de Mourinho y sus equipos, en una jugada a balón parado llegaría el empate. El primer remate de Terry era magistralmente detenido por Mignolet, pero el rechace lo cazaría Cahill para poner el empate en el marcador con ayuda del ojo de halcón.

Bajó un poco el ritmo tras unos primeros y frenéticos 20 minutos, y el final de la primera parte acabaría dominado a su estilo por el Chelsea. Los de Mourinho adelantaron la línea de presión e incomodaron la salida de balón de los reds, y a punto estuvieron de voltear el casillero. La suerte y el acierto de Mignolet impidieron que el conjunto londinense se marchase por delante. Todo quedaba por decidir para la segunda mitad.

La segunda parte decreció en ritmo, pero en ese modo pausado que se impuso en el partido, el Chelsea fue el que supo gobernar. Sin llegar demasiado, el control era de los visitantes. Una jugada de Azpilicueta propició la remontada de los de Mourinho. Tras superar a Glen Jonson con un autopase, su centro lo rechazó Mignolet, pero lo cazaría Diego Costa para poner el 1-2.

El final del encuentro vino al pelo al Chelsea, que se replegó a dejar que pasaran los minutos que certificasen su triunfo. El plan funcionó a Mourinho (aunque pudo no hacerlo si Taylor señala el penalti por mano de Cahill), y el líder sale más reforzado de uno de los territorios más complicados de Inglaterra. Muy diferente es la situación en el cuadro red. Rodgers afronta una de sus semanas más duras al frente del Liverpool.

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