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lunes, 20 de octubre de 2014

Las emociones llegaron al final


No dejó el Liverpool una buena impresión en el Loftus Road en su último compromiso antes de medirse al Real Madrid entre semana en la Champions pese a la agónica victoria. Brendan Rodgers optó por inventar pese a la situación de necesitad que vive el conjunto red en liga, o mejor dicho, decidió dar un viaje por el pasado. El comienzo del encuentro nos dejó una imagen que hacía año y medio que no se veía. Steven Gerrard abandonaba su ya aclimatada posición de mediocentro puro para regresar a la mediapunta, donde el capitán de Anfield fue uno de los mejores del mundo.

Para escoltar Gerrard, estaban Henderson y el debutante Emre Can, mientras que Sterling y Lallana ocupaban las bandas, con Balotelli en la punta de ataque. Pues bien, el experimento no pareció salir bien al técnico norirlandés. La primera parte estuvo marcada por una superioridad latente por parte del Queens Park Rangers, que salió a por todas en vistas de salvar a un Harry Redknapp en peligro de sustitución. Los locales superaron a su rival en intensidad, velocidad en el juego y por supuesto en ocasiones de gol.

El protagonista en ese aspecto durante la primera mitad fue Leroy Fer. El holandés aparecería en primer lugar para enviar un balón al travesaño tras una buena jugada de Zamora. Unos minutos después, un nuevo remate al larguero por parte de Austin era recogido de nuevo por Fer para alojarla en el fondo de las mallas, pero un providencial y valiente Johnson evitó lo que hubiese supuesto el primer tanto del partido. Alguna cabalgada de Sterling fue lo único reseñable en un primer tiempo flojísimo del Liverpool.

En el arranque de la segunda mitad, Rodgers daría al traste con el invento. Gerrard volvía a su posición habitual intercambiándose con Emre Can, que a la postre sería sustituido por Allen, mientras que Coutinho remplazaba a Lallana. A raíz de ahí, el cuadro Red mejoró y gozó de las ocasiones más claras. Balotelli dejaría uno de los errores de la jornada fallando a portería vacía, y pocos minutos después llegaría el gol. Una pillería de Sterling sacando rápido una falta pillaba despistada a la defensa del QPR, y el centro de Johnson lo introducía Dunne en su propia portería para castigo de los suyos.

Cuando parecía resuelto el encuentro y que las fuerzas mermaban en el cuadro local, llegaría el empate de Vargas tras asistencia de Austin en el 87'. Ahí llegaron los minutos de infarto, la montaña rusa que hizo del final del encuentro una auténtica locura. Coutinho volvía a poner por delante al Liverpool dos minutos después en un gran contragolpe de los Reds, pero Vargas haría doblete en la siguiente jugada y parecía dejar el partido en tablas. La moneda acabaría cayendo del lado de los visitantes cuando Caulker anotaba en propia portería dejando escapar un punto vital para los suyos. Todo ello en sólo siete minutos.

La suerte acompañó al Liverpool en uno de los mejores finales de partido que se recuerdan en mucho tiempo. El miércoles ante el Madrid deberán mostrar una amplia mejoría si no quieren acabar vapuleados por un equipo que acude a Anfield en modo apisonadora. Harry Redknapp se queda al borde de la destitución.

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