Si hay algo que tiene el fútbol es que, casi siempre, da una segunda oportunidad. A Sergio Ramos le debía una desde las semifinales de la Champions de este año ante el Bayern de Múnich. En aquella tanda de penaltis el sevillano fue uno de los grandes señalados por enviar su lanzamiento a las nubes.
Con la selección española, y nada menos que en la semifinal de la Eurocopa, el defensa del Real Madrid se quitó la espinita. Lejos de arrugarse por aquella experiencia, Ramos pidió ser uno de los lanzadores.
Toda España se acordaba en ese momento del lanzamiento contra el Bayern de Múnich, pero al sevillano no le pesó. Tiró el cuarto y lo marcó, pero de una forma que sólo está reservada para los figuras, a lo Panenka o, para poner un ejemplo cercano, a lo Pirlo.
Como confirmó después del partido el propio Ramos, era algo que tenía pensado desde hacía tiempo. "Tenía ganas de hacerlo tras lo que me pasó con mi equipo". Lo dicho, genio y figura.
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