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domingo, 6 de mayo de 2012

La Reina vuelve a su trono


Ha vuelto la Juventus y eso casi es la Biblia en Italia. La Vecchia Signora, dos años después de bajar al barro, vuelve a reinar en su país. Lo consiguió ganando en Trieste al Cagliari y aprovechando la derrota del Milan en el derbi milanés. Tenía tantas ganas de volver a ser quien siempre fue que conquistó el título una jornada antes del final de un campeonato que, esta vez, nadie le va a quitar.

La Juve logró su vigesimoctavo Scudetto nueve años después del último. Ganó el de 2006, pero desapareció de sus vitrinas por culpa de Moggi y sus artimañas. Hoy se acuerda de eso, de lo que sufrió no estando en la Serie A un año, un siglo para una institución legendaria, y de lo que le ha costado revivir su grandeza. Ha sido el más grande de Italia, el mejor con la pelota y también sin ella, siendo el equipo menos goleado y el que nadie ha derrotado. Eso infunde respeto, algo que nunca perderá porque lo que representa su nombre va mucho más allá.

En Trieste hizo lo que quiso. Marcó muy pronto, en el minuto 6, y censuró lo que no le interesó. Vucinic, jugando al límite del mal del fuera de juego, adelantó a la Juve y ya todo lo que pasó fue porque quiso el conjunto de Conte, manejado por Pirlo, único en su especie, y más en un país dado a ensalzar más las guitarras eléctricas que los violines.

En sus manos
La Juve tuvo todo bajo control. No se alteró ni con la lesión de Lichtsteiner, ni tras el paso de vestuarios cuando el partido pudo irse de las manos juventinas, ni con los goles de Ibra que dieron la vuelta al de Milito en San Siro. El equipo de Conte nunca perdió la tranquilidad.

La confirmación de la regla impuesta por la Juventus se dio en el minuto 74. Cáceres centró al área, Borriello acudió al remate y Canini fue el que metió la punta del pie. Tocó la pelota y ésta superó a Agazzi. Fue el 0-2. Las buenas noticias que fue recibiendo desde Milán acabaron por sentenciar el Scudetto de la Juventus, el Scudetto de Pirlo, de Conte y también el de Del Piero, que no jugó el día del alirón, pero que sí estaba en el pecho de cada compañero, en ese escudo que habla por sí solo. Él ama la Juve, la Vecchia Signora triunfante. Ha vuelto la más guapa.

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